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Origen de los dragones

Algunos mitógrafos especializados en mitología china cuentan que los dragones son percibidos mediante los tótems de algunas antiguas tribus chinas. Varios de éstos dicen que el dragon surge de una desfiguración o mutación errónea de reptiles acuáticos como serpientes o cocodrilos.

Se cuenta el ejemplo de esta teoría con una historia sobre la cultura Tanshao que cuenta una especie de criatura mitad serpiente y mitad pez. La historia cuenta que una trucha debe saltar por encima del mítico arco del dragón para poder conventirse en dragón.

En otras dinastías, como en la dinastía Han, el dragón es representado con cuerpo de culebra y con escamas de pez, cuernos de ciervo, cara de camello, dos pares de talones de águila, orejas de toro, patas de tigre y ojos de demonio. Aunque también hay versiones que cuentan que contaba con una perla de fuego en la barbilla. Además, como se decía que era capaz de prever la llegada de la lluvia, se le acabó atribuyendo el poder sobre el clima.

En otras investigaciones se ha llegado a la conclusión de que el dragón chino nació como resultado de la unión de varios totems de tribus, que por cuestiones de supervivencia, tuvieron que unirse para poder seguir adelante.

Hoy día a los dragones chinos se les atribuyen poderes increibles y sobrenaturales, como que pueden crecer tanto como para cubrir todo el cielo. Según algunos, son los dragones los que provocan las nubes, pueden evocar el fuego y el agua, hacerse invisibles o brillar en la oscuridad.